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Historia de La Unión

Los orígenes de la comuna de La Unión se remontan al 15 de febrero de 1821, cuando el gobernador de aquel entonces, Cayetano Letelier, solicita al director supremo, Bernardo O’Higgins la fundación de una villa en “Los Llanos”, ubicado entre el río Bueno y el Traiguén.

El 23 de marzo de ese mismo año, O’Higgins, a través del Ministro de Estado, Joaquín Echeverría, solicita un plano y los presupuestos respectivos para analizar la fundación. Posterior a esto, el 6 de abril de 1822, el señor Rafael Pérez de Arce, reitera la solicitud a las autoridades de la capital, sin embargo, no recibe respuesta.

Finalmente, en julio de 1827, 6 años después de la petición de Cayetano Letelier, (fallecido en un motín en la ciudad de Osorno el 15 de noviembre de 1821,), la Honorable Asamblea Provincial de Valdivia, decreta la fundación oficial del terreno Llano de Negrón, con el nombre de “Villa Libre de San Juan”, en tanto esto, Osvaldo Leal, plantea, “la ciudad nunca se llamó San Juan de La Unión, sino San José de La Unión, con este nombre se le conocía en el año 1830” (Leal, p.23).

Según se manifiesta en el libro Historia de La Unión del mismo autor, la jurisdicción era comprendida “por el sur, con el río Trumao hasta Huequecura; por el Norte, con los ríos Lumaco y Quinchilca; por el Oeste, con el mar; y al Este, con la Cordillera, comprendido dentro el partido de Río Bueno” (Leal, p. 21).

Sin embargo, debido a diferencias planteadas por los vecinos de Dagllipulli, la villa no fue fundada en el lugar preliminar y recién en el año 1843, el Intendente José Ignacio García, decreta la fundación de la ciudad entre los ríos Llollelhue y Radimadi, donde se ubica hasta nuestros días.

El 20 de abril de 1843, la Intendencia de Valdivia, determina “autorizar a la Ilustre Municipalidad de la Villa la planificación definitiva de la ciudad” y recién en el año 1890 se le confiere el nombre de “La Unión”, “El nombre de La Unión proviene de la unión de sus ríos Llollelhue y Radimadi, que se unen en la parte sur de la ciudad para echarse después en la derecha del río Bueno, frente al fundo el Laurel de la Suc. R. Boettcher” (Leal, p.23).

Antecesores a la fundación de La Unión hubo algunos hechos que promovieron la creación de la villa y posterior ciudad de La Unión, es así que el 23 de septiembre de 1792 “se produce el alzamiento indígena capitaneado por Queipul y Futañirre. Queman la misión y el fuerte, generando la coyuntura que favorecerá más tarde, la fundación de una ciudad intermedia: La Unión. Dicha situación permite el re-descubrimiento y re-fundación de Osorno” (Ramírez y Báez, p. 14).

El alzamiento de las comunidades indígenas de la zona promueve la visita en el lugar del director supremo Bernardo O’Higgins quien viaja desde Valparaíso “a bordo de la fragata Astrea, viaja a Valdivia en noviembre de 1795, trayendo a bordo consigo familias para repoblar la ciudad de Osorno… De regreso a Valdivia, celebra una reunión a orillas del río Bueno… Una vez acampado al lado opuesto del Fuerte San José de Alcudia, decide levantar una ciudad intermedio entre Osorno y Valdivia. Y en ese lugar funda y traza la ciudad Villa Alcudia, el 14 de enero 1796, a orillas del río Bueno. Esta villa no tuvo pobladores ni subsistió largo tiempo” (Leal, p. 20).

Antes de la llegada de los españoles esta zona era poblada por comunidades pertenecientes al pueblo mapuche huilliche, ocupaban este territorios los llamados “cudicanos”.

Según establece Leal, “los cudicanos eran amantes del cultivo de su mapu; diestros en la caza y en el manejo del llolle para la pesca, celosos de sus tierras y sus bosques. Sus dominios de Este a Oeste se extendían desde el río Llollelhue hasta el mar, de Norte a Sur del río Futa hasta el caudaloso río Bueno” (Leal, p. 19).

“Los caciques Anquiñir, Catriguala y Manquepán mandaban en sus respectivos reductos. Vivían en comunidades, siendo el reducto más grande el de Loncotregua (cabeza de perro). Los reductos de Huenue, Catamutún, La Florida y Dagllipulli componían la comarca de Cudico, situado al N.O. de la ciudad de La Unión” (Leal, p. 19).

 Los españoles codiciaban las tierras de los cudicanos por su riqueza en lavaderos de oro, por esto, en el año 1788, don Ambrosio O’Higgins constituye en el lugar la misión y fuerte “Nuestra Señora del Pilar”.

Uno hecho sangriento que marca la historia de esta comunidad es la decapitación del cacique Manquepán, “uno de los grandes de Cudico, fue decapitado en el reducto de Dagllipulli, por estar comprometido en el alzamiento de los indios de esta zona, que terminaron con la horrorosa muerte del Rvdo. Padre Antonio Curcoa, de Río Bueno. La cabeza de este cacique fue mandada por el Capitán don Tomás de Figueroa a Valdivia como un presente a don Lucas de Molina. Esta cabeza fue colocada en escarpia y exhibida a vista pública para que sirva de escarmiento. Este hecho ocurrió en Octubre de 1792” (Leal, p. 20).

 

Bibliografía

Leal, Osvaldo. Historia de la ciudad de La Unión.

Ramírez, R. y Báez, D. Semblanzas de La Unión, Memoria e Identidad.

Preisler, Ricardo. La Unión desde 1792 hasta el 2007. El trabajo, la industria y la laboriosidad de su pueblo.

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Pileta Plaza de La Concordia

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Bicicletas urbanas
Montes con nubes

Antecedentes Históricos   

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Desde fines del siglo XIX la pileta ha sido centro de reunión para todos los que vivimos en esta tierra, “juntémonos en la pileta” es una frase habitual entre todos, desde nuestros tátara abuelos hasta los niños de hoy…  es sin duda signo de encuentro, de unión, y de alegría.

Para la alcaldesa de la comuna, María Angélica Astudillo, resultó fundamental posicionar a la pileta de la Plaza de la Concordia en el lugar que corresponde, dada su trascendencia histórica y el valor patrimonial, pero por sobre todo, sentimental que tiene este elemento para la comunidad.

Es por ello que se decidió realizar trabajos de reparación y mantención en la pileta, cambiar el color negro y dorado por el blanco y gris, decisión tomada por la comunidad a través de la consulta ciudadana realizada en el mes de febrero, que fue respetada por la autoridad.

Los antecedentes históricos que se manejan de este patrimonio local provienen de estudiosos locales, entre ellos Osvaldo Leal, Rubén Ramírez y Ricardo Preisler, a continuación se expresa en los siguientes párrafos algunos antecedentes obtenidos de sus respectivos libros y/o conversaciones.

 

Semblanzas de La Unión, Historia e identidad. Rubén Ramírez y Daniel Báez (p. 166)

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“Don Manuel Ossa Ruiz, constructor del ferrocarril de Pichi – Ropulli a La Unión, y generoso filántropo, donó la hermosa pileta que engalana nuestro primer paseo público, además, donó terrenos donde se encuentran el club de Artesanos “El Porvenir” y edificio de la tercera compañía de Bomberos de La Unión.

La pileta de exquisita manufactura artística, comprende un perímetro de alrededor de 40 mts. que encierra, en su base, las aguas que bajan de surtidores, ubicados en un segundo y tercer plano. En su parte media, hay cuatro adornos (arabescos) adosados a la columna central. Sobresaliendo de la superficie, en su parte inferior, se encuentra una especie de jardinera circular fija que contiene plantas ornamentales; rematando en altura con un pilón, representado por la figura de un infante atrapado por una sierpe que expele agua por la boca”.

 

Historia de La Unión por Osvaldo Leal (p. 270)

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“En las cristalinas aguas de la fuente de esta pila, puso fin a sus días el dirigente mutualista don Maximiliano Casanova, cumpliendo así su deseo expresado en repetidas ocasiones a sus amistades (28 de marzo de 1962)”.

 

Ricardo Preisler (entrevista telefónica).

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“La pileta llegó a La Unión, según dicen, desde el Perú, se cuenta también sin tener antecedentes históricos concretos que lo confirmen que esta pileta sería un botín de guerra de la Guerra del Pacífico”.

Hoy el municipio, encabezado por la primera autoridad comunal, y a través de los objetivos planteados por el programa de gobierno comunal, se da relevancia y pone en valor a nuestro patrimonio local, simbolizado a través de la presentación a la comunidad de las obras de reparación de la pileta de la plaza, no sólo el valor patrimonial histórico – cultural sino también el deber que tenemos como ciudadanos de cuidar, difundir y mantener nuestro patrimonio.

Una sociedad es capaz de avanzar al desarrollo en la medida que conoce, indaga y aprende de su historia.

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